Entrevista a Edwin Patterson: guardián de la identidad Creole en Costa Rica
Edwin Patterson es un líder destacado del pueblo Creole en el Caribe costarricense. Como presidente de la Asociación Tribal Afrodescendiente del Caribe Sur y excongresista, ha dedicado su vida a la preservación de la identidad cultural y la defensa de los derechos de su comunidad.
La iniciativa Saltwatta Roots tuvo la oportunidad de entrevistarlo:
¿Cómo describiría la identidad Creole en Costa Rica?
EP: Somos un pueblo diverso, un pueblo multicultural. Nuestra raíz y nuestra lengua es afrodescendiente y estamos orgullosos de ello. Los creole en Costa Rica hemos consolidado una territorialidad sobre todo en la costa Caribe costarricense: Limón, Cahuita, Puerto Viejo y Barra del Colorado. Somos un pueblo de mar que ha convivido armónicamente con su entorno. Y también un pueblo y una identidad que ha enfrentado por varios siglos ciertas prevenciones de Estados que siguen negándose a reconocer y a convivir con nuestra cultura.
¿Cuáles son justamente esos retos que ha enfrentado la cultura Creole?
EP: En muchos sitios estamos dejando de practicar nuestras costumbres y estamos negando nuestras raíces como resultado de una ola de negación de los Estados hacia la diferencia que representamos. Éramos dueños de nuestras tierras y ahora ni siquiera tenemos acceso pleno al mar. El sistema empezó desde 1978 a quitarnos las tierras en nombre de modelos de conservación ambiental racistas, y en nombre del medio ambiente, en nombre de los animales, los pájaros, el arrecife, nos fueron aislando. Entonces, todos nuestros terrenos son ahora considerados áreas de protección ambiental, y eso estaría muy bien si se nos reconociera como pueblo que habita y cuida esa naturaleza.
Además, pasan los gobiernos y las estructuras que perpetúan la discriminación siguen sin atenderse. Por ejemplo, nos prohibieron durante muchas décadas enseñar y hablar nuestra lengua Kriol en la secundaria. Nosotros tenemos muchas costumbres propias, curamos con hierbas, tenemos espiritualidades distintas, y se nos ha satanizado señalando algunas de nuestras formas espirituales como variantes del vudú. Muchos retos asociados a que aún no nos entienden como pueblo.
¿De dónde nace la intención de constituir el Foro Tribal Afrocostarricense?
EP: En el movimiento afrocostarricense le debemos mucho a Marcus Garvey. Ese movimiento tuvo relevancia hasta que cerraron espacios de reunión de nosotros los Afros como la estructura formal de la UNIA (Universal Negro Improvement Association). Por otro lado, en los ochentas y setentas nos trajeron la Monilia* del cacao y ahí fue donde la población Afro costarricense mayormente radicada en el Caribe perdió toda su fuerza. Los afros nos dispersamos, la mayoría se fueron para la capital y para otras provincias, y emigraron de Limón. Sin embargo, desde 2016 empezó una nueva ola a nivel país sobre el reconocimiento de los derechos afros y los gobiernos empezaron a hacer acciones afirmativas como decretos ley a favor de los pueblos tribales afrodescendientes. Y a raíz de eso surgió la idea de hacer una asociación afro que no había en Costa Rica, dirigida a tres objetivos específicos: el rescate de la lengua Kriol, la tenencia de la tierra afro y el reconocimiento de nuestra propia espiritualidad.
*La monilia es una enfermedad fúngica causada por Moniliophthora roreri, que afectó las plantaciones de cacao en la Provincia de Limón, causando importantes pérdidas económicas en la población.
¿Qué papel están jugando las nuevas generaciones en la salvaguarda de las tradiciones del pueblo Creole? ¿Existe un sentido de arraigo a sus raíces?
EP: No, y el problema es que a nuestros muchachos se les ha adoctrinado en una constante negación de esas raíces justamente. Hoy se les convierte en robots sin identidad étnica. Yo lo digo porque lo viví, yo también soy producto de esa adoctrinación.
A mí prácticamente me quitaron a mi hijo menor. Aunque se crió con nosotros, había que mandarlo a la preparatoria o al prekinder. Entonces él va, pasa todo el día ahí adoctrinado para desmarcarse de sus raíces, llega a la casa con 50 tareas, cansado, no tiene tiempo para hablar conmigo y aprender su lengua. Se va en la mañana siguiente, el fin de semana le ponen actividades, y cuando ya el cumple 17, salió de la secundaria y ya le parece que su cultura ancestral es un peso muerto porque los años en que él era una esponja, donde tenía que aprender de nosotros, nos lo quitó la educación convencional.
Por ejemplo, yo a mis 17 también decidí dos cosas en mi vida: que no me iba a dejar adoctrinar para negar mi identidad y que no iba a ir a la capital a sentir racismo y segregación. No tenía ninguna necesidad de pasar por esa experiencia. Entonces, aproveché que mi papá y mi abuelo tenían tierras acá en Limón y me quedé. Ya somos siete generaciones aquí, desde 1860.
¿Qué estrategias han funcionado en la preservación de la identidad Creole?
EP: Vea, yo tengo un restaurante que vende comida con sabor caribeño. Ya tengo 43 años en el mercado, de hecho, es el restaurante más antiguo abierto en esta comunidad. Se llama Tamara, en Limón, Puerto Viejo. Ahí estamos desde 1981. Siempre me río porque cuando íbamos a secundaria nos rechazaban algunos de los “dueños del mundo”, nos decían que olíamos a coco, que lo que hablábamos era un inglés de menor categoría, y nos decían un montón de cosas para denigrar nuestra identidad caribeña. Ahora resulta que vienen acá todos los fines de semana y quieren comida caribeña, quieren coco porque descubrieron las propiedades del coco.
Cuando entró el virus del COVID-19 una de las ideas que tuvieron fue cerrar la playa y dejarnos sin el mar. Nuestra cultura sabe que el mar, su salinidad y su alcalinidad lo curan todo. Con las hierbas naturales nuestras podíamos enfrentar síntomas del virus porque esa es nuestra forma tradicional de curarnos. Fue muy curioso cuando se dieron cuenta que nosotros no nos contagiamos a la misma velocidad que en otros sitios, entonces comenzaron a recomendar a la población que podían seguir usando sus remedios tradicionales.
Esas son las cosas que estamos tratando de pasar a la otra generación. Señores, jóvenes, ustedes no son menos que nadie. Aquí hay cultura, aquí hay tradición, aquí hay medicamentos que usamos, no hay que ir al seguro todos los días. Se pueden curar cosas, lo sabemos, lo tenemos en el patio trasero.
¿Cómo cree usted que las fronteras nacionales han afectado al relacionamiento con sus hermanos Creole en otros países?
EP: A veces pareciera que está todo fríamente calculado. Divide y vencerás. Antes de que Centroamérica fuese Centroamérica, el Caribe centroamericano era sólo un país, era el Reino de la Moskitia. Eran los zambos mosquitos, eran los indígenas cruzados con los africanos de Zambia, los que dominaban desde el escudo de Veraguas en Panamá, hasta Nuevo México. Eso era Centroamérica, nos pertenecía a nosotros. Había un Kingdom, un reinado. Y nosotros todos, éramos familia.
En Bluefields, en Corn Island, en San Andrés, en Colón, en Bocas del Toro, hasta el Escudo de Veraguas y toda la parte de Manzanillo. Todo eso era afro. Pero parece que el conquistador no termina nunca. Todo lo que se construye, en paz, armonía e inteligencia será destruido por la mentalidad del conquistador. Entonces inventaron las fronteras, después el tema del narcotráfico, y no se podía pasar sin permiso. No se puede ir en bote ahora a Bluefields, ni a Corn Island, ni a Bocas del Toro. Ya no tenemos libre tránsito. Ya no podemos visitar a nuestras familias. Tienes que sacar una visa, pagar dólares por aquí y por allá, posar enfrente de la cámara, registrate. Pero veamos que es sencillo: si tengo que ir a Ghana a conocer mis raíces, entonces tengo que ir a Turquía o a Francia. Y resulta que de Trinidad y Tobago a Ghana usted podría tener un viaje mucho más corto. Pero no se puede, las fronteras no lo permiten.
Lo mismo pasa aquí. Antes podíamos ir a jugar dominó a Nicaragua, a Bluefields, pero ya no se puede ir. Antes teníamos vuelo a Cuba y a Jamaica desde Limón. Ya no hay, pareciera una prohibición.
Si pudiera elegir cualquier estrategia de acercamiento del pueblo Creole otra vez como una unidad en todo el Caribe, ¿cuál sería su estrategia?
EP: La comunicación. Nosotros creo que lo que nos falta es bombardear más de información los canales que tenemos a la mano. Que la gente acceda a la información, le diga a sus hijos y nietos que abran Google, que busquen los decretos, busquen las leyes, busquen los Convenios Internacionales, conozcan sus derechos, lean, vean las cosas desde otra perspectiva y no con el chip de siempre. Acá nos catalogan cuando hablan de nuestra cultura, hablan de un carnaval, de la comida, del baile, pero nunca dijeron que construimos el ferrocarril y que nunca nos pagaron; el mejoramiento del telescopio; el cepillo que usted usa para secarse el pelo; el sistema de refrigeración; el betún para los zapatos; el semáforo. Nadie habla de eso porque nuestra historia ha sido borrada y tenemos que rescatarla.
A veces el argumento para negar nuestros aportes es que supuestamente fuimos esclavos. No, no fuimos esclavos, nos sacaron como gente libre de África, nos esclavizaron. No sacaron ningún esclavo de África, allá no teníamos esclavos. Pero esas cosas no se hablan. Entonces, para nosotros, para mí en lo particular, esa es mi tarea, informar, insistir en que todos en alguna medida hemos contribuido para que estas naciones sean lo que son hoy.
Y otro tema que lo inculcamos mucho: tenemos que aprender a ser autosuficientes como fuimos toda la vida. Como pueblo tribal tenemos todo para forjar nuestro futuro en nuestros territorios y decidir la manera en que mantenemos viva la hermandad con los demás pueblos.
¿Tiene algún mensaje final para cerrar esta entrevista?
EP: Para cuidar a la naturaleza tenemos que volver a la realidad de nuestras raíces, no a esos modelos de conservación como negocio. Sin medio ambiente no existe el ser humano. Yo todavía tengo mis fincas, todavía produzco cacao, todavía siembro flor de jamaica… y lo tengo en la finca porque creo todavía en el medio ambiente, creo en la naturaleza, creo que deberíamos de hacer más. Todos siempre podemos hacer más.